El arte para el niño es algo más que un pasatiempo, es una
comunicación significativa consigo mismo, es la selección de todas las
cosas de su medio con las que se identifica y la organización de todas
ellas en un todo nuevo y con sentido.
Tipos de desarrollo:
Desarrollo emocional o afectivo:
Todo ajuste a una nueva situación exige flexibilidad, tanto en el
pensamiento, como en la imaginación y en la acción. Para lograr este
desarrollo, donde el dibujo constituye una oportunidad, se relaciona
directamente con la intensidad que el creador se identifica con el
trabajo. Esta creación no es fácilmente medible, pues los grados de
autoidentificación varían desde un bajo nivel de compenetración,
repeticiones estereotipadas hasta cosas que son significativas e
importantes para él, donde pueden aparecer en el dibujo o no.
Este desarrollo es importante pues le brinda oportunidad para el desahogo emocional.
La influencia de los adultos es determinante en esta forma de expresión,
lo puede privar de su libertad, donde el niño se puede evadir hacia un
modelo o molde, como protección contra el mundo de experiencias,
impidiéndole la habilidad para adaptarse a situaciones nuevas.
En ciertas etapas del desarrollo, el niño puede repetir espontáneamente
las formas, asegurando su dominio sobre ellas, usando flexiblemente un
símbolo que revela cambios y modificaciones.
Un niño que afectiva y emocionalmente es libre y no está inhibido
respecto a la expresión creadora, se siente seguro para afrontar
cualquier problema que derive de su experiencia. Se identifica con sus
dibujos y se siente independiente para explorar y experimentar, no teme,
no comete errores, no se preocupa por el éxito o la gratificación.
La experiencia es suya y la intensidad de compenetración proporciona un
factor importante en este desarrollo emocional o afectivo.
Desarrollo intelectual:
Se aprecia este desarrollo en la forma de conciencia progresiva que el niño tiene de sí y de su ambiente.
El desarrollo de habilidades artísticas está estrechamente unido al
desarrollo intelectual del niño hasta los 10 años. (Burkhart, 1967)
La toma de conciencia del ambiente que rodea al niño es importante,
contribuirá a medida que crece a cambiar detalles. Este factor demuestra
que el desarrollo intelectual del niño es muy significativo para
comprenderlo no sólo si lo que hace es desde lo más profundo de su ser
sino que le brinda al docente indicios para comprender problemas que
puedan surgir en otros campos de la expresión.
Un docente sensible, puede ayudar a los niños a desarrollar una relación
sensorial con sus dibujos y estimular la toma de conciencia de las
diferencias existentes del ambiente. Es importante mantener un
equilibrio entre este desarrollo (emocional o afectivo e intelectual), y
el arte puede realizar esta función a través de motivaciones
apropiadas.
Desarrollo físico:
No sólo la participación de la actividad corporal en las actividades
creadoras indica desarrollo físico, pues la perfección conciente e
inconsciente del cuerpo también son sintomáticas en este aspecto.
En el trabajo creador de un niño, se revela su desarrollo físico por su
habilidad para la coordinación visual y motriz, por la manera que
controla su cuerpo, la forma que guía su grafismo y como ejecuta ciertos
trabajos.
Las variaciones en el desarrollo físico pueden observarse cuando realiza
sus creaciones, desde el garabato al garabato controlado, hasta
variaciones más sutiles y refinadas como incluir la tridimensión, este
niño físicamente activo retractará movimientos físicos activos
desarrollando mayor sensibilidad al respecto.
Los niños con carencias o dolencias suelen proyectarlas o reflejarlas en
su trabajo creador. La exageración o la omisión reiterada de ciertas
partes del cuerpo pueden vincularse con el desarrollo físico del
individuo.
Desarrollo perceptivo:
Este desarrollo puede advertirse en la toma de conciencia progresiva del
niño y en la utilización de toda una variedad de experiencias
perceptivas, en la cual el cultivo y desarrollo de nuestros sentidos es
una parte importante de la experiencia artística, de la cual depende el
significado y la calidad de las experiencias sensoriales.
El desarrollo perceptivo se reserva en la creciente sensibilidad a las
sensaciones táctiles y de presión (textura, amasado, apreciación de
cualidades, de superficies y texturas en diferentes formas artísticas) y
en el complejo campo de la percepción espacial (a medida que el niño
crece el espacio se extiende y cambia).
Las experiencias auditivas varían desde el simple conocimiento de
sonidos hasta experiencias musicales transformadas en expresiones
artísticas.
El espacio, las formas, los colores, las texturas, las sensaciones
kinestésicas y las experiencias visuales deben ser estimuladas para la
expresión.
La incapacidad para utilizar las expresiones perceptivas puede ser un
serio indicio de falta de desarrollo en otros campos. Aquí el docente
puede desempeñar un papel importante, proporcionando un amplio margen de
experiencias en las cuales los sentidos constituyen una parte
importante.
Desarrollo social:
A medida que el niño crece, va reflejando el progresivo conocimiento que
adquiere del medio social en que vive. Este sentimiento de conciencia
social es el comienzo de la comprensión que el niño recibe de un mundo
más amplio, del cual forma parte, que lleva implícita la descripción de
ciertas partes o aspectos de nuestra sociedad, con los cuales se
identifica e incluye fuerzas para la preservación de la sociedad
(bomberos, enfermeras, policía, etc.), trabajos en conjuntos o equipos,
el arte de otras culturas para comprenderlas y apreciarlas.
Los trabajos de creación de niños con espíritu de cooperación son
conscientes de su responsabilidad social y muestran un evidente
sentimiento de autoidentificación con sus experiencias y la de los
otros.
Los niños en inferioridad de condiciones desde el punto de vista social
(reprimidos en sus deseos de participación) demuestran aislamiento
mediante la falta de capacidad para correlacionar sus experiencias y la
de los otros.
Desarrollo estético:
La estética es definida por los autores como el medio para organizar el
pensamiento, los sentimientos y las percepciones en una forma de
expresión que sirve para comunicar a otros, esos pensamientos y
sentimientos.
Los criterios estéticos se basan en el individuo, en el tipo particular
de actividades artísticas, en la cultura dentro de lo que se realiza el
trabajo creador y en el instinto o propósito que hay detrás de la forma.
No existen reglas fijas, ni patrones aplicables a la estética.
En los productos de creación del niño en este desarrollo se revela la
aptitud sensitiva para integrar experiencias en un todo cohesivo, el
cual se descubre en la organización armónica y en la expresión de
pensamientos y sentimientos realizados a través de líneas, texturas y
colores.
La estética esta íntimamente ligada a la personalidad, al esquema de
organización que se usa para expresar experiencias artísticas, las que
pueden dar pautas del ordenamiento inconsciente, la falta de
organización o la disociación de partes dentro de un dibujo, estas
pueden ser señal de falta de integración psíquica del individuo.
Desarrollo creador:
El desarrollo creador comienza cuando el niño traza los primeros rasgos,
partiendo de un conjunto propio de formas hasta llegar a las más
complejas formas de producción creadora (con pasos intermedios).
Todo producto artístico de un niño será una experiencia creadora en si
misma, no debe ser impuesta sino que debe surgir de adentro.
“Desarrollo de la Capacidad Creadora” 1993 Viktor Lowenfeld y W. Lambert Brittain. Editorial Kapeluz. Buenos Aires. Argentina
Viktor Lowenfeld
(1903-1960), fue un profesor de educación artística en la Universidad
Estatal de Pensilvania, que ayudó a definir y desarrollar el campo de la
educación artística en los Estados Unidos.
En 1947 publicó Creative and Mental Growth , que se convirtió
en el libro más influyente en educación artística durante la última
mitad del siglo XX. Este libro describía las características de las
producciones artísticas de los niños en cada edad:
Etapa del garabato (de los 2 a los 4 años). En esta
etapa no hay una auténtica motivación para representar objetos o
personas sino simplemente una motivación hacia el movimiento. Lowenfeld
profundiza en esta etapa hablando de hasta tres tipos diferentes de
garabateos:
Etapa del garabateo desordenado. El niño comienza a
garabatear en torno a los 18 meses. Estos primeros dibujos no tienen
sentido ni representan nada, y son desordenados, porque el niño aún no
tiene ningún control sobre sus movimientos. Cuando dibuja, el niño hace
movimientos burdos, y al dibujar mueve todo el brazo. Es común que el
niño ni siquiera atienda cuando dibuja. En este momento, el niño aún no
muestra ningún interés por el color.
Etapa del garabateo controlado. El niño se va dando
cuenta de cómo sus movimientos afectan al papel y se siente atraído al
comprobar como su movimiento afecta a su entorno. En este momento al
niño ya le atraen los cambios de color cuando garabatea.
Etapa del garabateo con nombre. Esta etapa es similar a la que Georges-Henri Luquet llamaba etapa del Realismo Fortuito.
El niño observa los garabatos y les busca un significado: “eso es una
casa”, “ese es un niño”. Pero esta explicación es a posteriori; el niño
no intentaba dibujar eso y no hay concordancia de color (por ejemplo, lo
que ha dibujado con su lapicero rojo dice que es un árbol).
Etapa preesquemática, (de los 4 a los 7 años). El niño se siente
tan atraído hacia el dibujo que puede llegar a concentrarse en la tarea
durante media hora. El niño comienza a elaborar esquemas en sus
dibujos. En este momento por primera vez intenta reflejar algo. Aquello
en lo que por primera vez siente interés es en la figura humana, y la
manera en lo que lo representa es en los llamados “renacuajos”, que
muchas veces son una cabeza de la que surgen dos piernas largas. La
importancia que le da a la cabeza viene de que el niño lo relaciona con
los principales sentidos, con la alimentación y con el reconocimiento de
la cara de los seres queridos. Al principio los rostros y los dibujos
tienen pocos elementos, y poco a poco los va aumentando de forma
progresiva. Esta es una característica típica de esta etapa, la adición
de elementos.
Etapa esquemática, (de los 7 a los 9 años). Los dibujos
representan el concepto del objeto para el niño. Aun así, algunos
dibujos se asemejan más que otros a la realidad. Esto dependerá de su
experiencia personal. Trata de representar el objeto tal cual es,
incluidos los colores.
Etapa del realismo, (de los 9 a los 12 años). Hacia los 9 años
la representación esquemática y las líneas geométricas no bastarán para
permitir que el niño se exprese; intenta ahora enriquecer su dibujo y
adaptarlo a la realidad. El dibujo es más natural. Es la edad de la
pandilla, una época en que sus pares (sus iguales) adquieren una gran
importancia. Descubren su independencia social. Los chicos disfrutan con
sus reuniones y códigos propios, en ese mundo lleno de emociones que
los mayores no comprenden.
Etapa del pseudonaturalismo, (de los 12 a los 13 años). El
producto final adquiere cada vez más importancia. El dibujo ya tiene una
perspectiva espacial, y el dibujo del cuerpo adquiere un mayor
significado, aumentando las características sexuales en el dibujo.
Etapa de la decisión, (de los 13 a los 14 años). El niño decide
cuál técnica desea perfeccionar y elige una, según el producto que desea
obtener.